12 de enero de 2015

PEN- LA HUERFANA- CAINABA CON EL GRUPO MONTAÑA PEÑA SANTA (11-01-2015)

   Está claro que la constancia, la ilusión  y la fuerza de voluntad  son fundamentales en cualquier ámbito de la vida,  pero en ocasiones hay que plantearse si  realmente el esfuerzo merece la pena o si más que acercarnos a nuestro objetivo no estaremos perdiendo un poco el rumbo.... Y la verdad es  que con ésto del monte hay ocasiones en las que somos bien tercos.....

 Una vez más la previsión meteorológica para el domingo era nefasta. Aún así 25 ilusionados, despistados o locos montañer@s se bajan del autobús en el pueblo de Pen cuando aún brillaba la luz del alumbrado público. Junto con las, cada vez más vagas, ilusiones de disfrutar de los paisajes de las montañas de Amieva y Ponga esa bombilla era lo único que brillaba en una mañana gris y húmeda.
   A los escasos diez minutos de caminata la nube se cierne sobre el grupo dejando caer una fina pero constante cortina de orbayu a la que respondemos con rápido despliegue de paraguas y chubasqueros. Un pequeño estallido multicolor que contrasta con la monocromía reinante hasta el momento.
 El grupo camina en un inusual silencio, refugiados bajo los gorros y paraguas. El run run de las habituales y animadas conversaciones se cambia por un constante chapotear y el chof chof de nuestros pesados pasos intentando no quedar atrapados en el barrizal. Pero no queda otra, aún nos queda un largo camino así que tratamlos de ambientar un poco el asunto con algún resbalón más gracioso de la cuenta  o intentando liberar a algún compañer@ de las garras de alguna espinera o cotollal.
 Según ganamos altura el camino mejora ostensiblemente y en ocasiones hasta parece que sobre la espesa nube hay un sol que intenta abrirse paso hacia nosotros.
 

  Poco a poco nos acercamos a la cumbre, aunque ya estamos empapados la temperatura no es nada mala y manteniendote en movimiento se van superando escollos a la espera de que el sol termine por vencer  su lucha con las nubes.

 En la cumbre nos detenemos un ratin para comer algo, hacer la foto de rigor y sin mucha más demora continuar caminando para no enfriar. En ésta ocasión la cumbre no nos ha brindado el privilegio de disfrutar de sus vistas pero conforme enpezamos a descender se empiezan a abrir esperanzadores claros en el cielo. Aunque es una lástima no haber tenido vistas nos reconforta el pensar que de aquí en adelante la meteorología nos va a dar un respiro.
 Y así fue, mientras comemos en Carangas el sol termina por vencer a las nubes y calienta nuestros entumecidos cuerpos para reeprender la marcha.
    Los paraguas y gran parte de los chubasqueros han desaparecido y rápidamente vuelve el run run de las conversaciones, las risas y el buen humor.



   En ésta ocasión la ruta fue guiada por Luciano. Todo un lujo contar con un gran conocedor de la zona que no dejó en ningún momento de de ilustrar nuestra cultura montañera con mil y una explicaciones de la geografía y las tradiciones  de la zona. En cada collado que pasábamos,  e incluso en aquellos en los que la niebla nos castigaba con más intensidad, Luciano nos describía las cumbres y paisaje que nos rodeaba casi con la misma nitidez del día más despejado que pudiésemos imaginar.



 Ya divisamos Cainaba, el final de la ruta.
   Ya en casa después de una reconfortante ducha y con todo el material ordenado, limpiado y secando la sensación es la de haber disfrutado de otro buen día de monte. Lo más fácil, incluso lógico,  hubiese sido quedarse en casa pero como en tantas otras cosas la constancia tiene su recompensa final. Hay que intentarlo siempre, hay que saber guarecerse bajo el gore y esperar que la montaña nos sorprenda con su magia. Ahora aún más reafirmados en nuestra complicidad con la montaña  nos sonrreimos recordando los momentos de frío, niebla y esfuerzo a la vez que esperamos con mayor ilusión la proxima ocasión para volver a caminar por sendas que se pierden horizones infinitos.

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