25 de octubre de 2014

DESCENSO DE CAÑONES (25-10-2014)

   En verano una densa y húmeda capa de nubes nos impedía disfrutar de las trepadas a las cumbres de Picos con las que veníamos ilusionándonos desde la retirada de las nieves. Ahora en otoño, tiempo de setas, cabaña y boronas al calor de la chimenea, disfrutamos de una climatología veraniega que se resiste a abandonarnos. En verano hicimos ferratas y ahora hacemos barrancos. ¿Quien sabe cuando calzaremos los esquíes y dejaremos las primeras huellas sobre la nieve? No pasa nada lo importante es tener recursos e ilusión por disfrutar de la naturaleza y de la compañía de los amigos.
   Volvemos a enfundarnos en nuestros trajes de neopreno en busca de toboganes, cascadas y rápeles.

Descendemos sin prisa, la conversación resulta amena pero enseguida debemos centrar nuestra atención en los rápeles.
Son rápeles cortos pero intensos.
 El agua, en ocasiones, resulta especialmente caprichosa  a la hora de elegir su camino y nos permite descender por curiosos lugares como éste.
 El cauce del río está especialmente resbaladizo lo que nos hace extremar las precauciones y algunos rápeles los descendemos como si de un tobogán se tratase.
Aunque la temperatura ambiente es agradable el agua de las pozas si que tiene una temperatura un poco más acorde con la época del año y no permite recrearse mucho tiempo en ellas.
Los rápeles se suceden uno tras otro
 Las pocas lluvias que hemos tenido han logrado llenar las marmitas, de no haber sido así la salida de ellas habría sido algo más laboriosa.
Rápel, marmita, salto, rápel.... es un no parar!!!
El último rápel de casi 40 metros es una auténtica gozada para los sentidos.
La belleza de la naturaleza no deja de impresionarnos.
 El barranco se abre, señal inequívoca de que nuestra aventura de hoy está cerca de finalizar
Las caras, rebosantes de emoción, trasmiten lo que hemos disfrutado con éste descenso.


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