Hemos finalizado el 2014 con el pensamiento lleno de buenos deseos, esperanzas e ilusiones. Entre campanadas, uvas y brindis es más que esperable que nos dejemos llevar con la misma facilidad que ascienden las burbujas del Gaiteru en nuestra copa alzada. Pese a todo ello, y como ya es larga tradición, el día uno de Enero abandonamos nuestros engalanados y cálidos hogares para disfrutar de una de nuestras pasiones: la montaña y la naturaleza. A las 10 de la mañana, con 8 grados bajo cero estábamos 15 peñasanteros castañueleando los dientes en Pendilla con la firme intención de ascender al picu Tres Concejos.
Bueno, queda muy llamativo eso de los 8 bajo cero pero la verdad es que el frío de castiella paez que es menos frío y a los pocos minutos de iniciar la marcha ya nos calentaba el solete.
Caminamos por la vía romana de la Carisa en dirección a la collada Propinde. Aunque la pista está totalmente congelada y hay que caminar con cuidado el ascenso se realiza con gran comodidad. Caminar por una vía romana tiene asegurada la comodidad ya que mantenían unos estrictos patrones de construcción y con especial atención a los desniveles. Estás vías debían asegurar el tránsito sin complicaciónes de toda la maquinaria de guerra romana. Por la vía que hoy transitamos nosotros caminaron las legiones romanas durante varios años. Fueron duras campañas que tenían por objetivo último doblegar definitivamente a aquellas tribus astures que se resistían hasta el último aliento a la ocupación romana.
En la Collada Propinde se nos abre la vista hacia la vertiente norte y divisamos la sierra del Aramo a la que apenas le queda nieve ya. Aquí abandonaremos la via romana para subir cresta arriba hacia el pico Tres Concejos. Según ganamos altura se descubriran ante nosotros el monte Curriechos y el Homón de Faro, enclaves estratégicos de romanos y astures en los años de contiendas. Quizás estemos viendo los lugares donde se comenzó a gestar ese sentimiento de asturianía, de orgullo tan arraigado por nuestra tierra que nos hace sacar pecho allá donde estemos y de la que no encontramos igual allá donde vayamos.
Las Ubiñas, tambíen con muy poca nieve, son un fondo idílico para nuestro caminar y fotografiar.Las condiciones para caminar por la nieve son ideales, está muy transformada y dura, de momento nos permite caminar sin crampones.
Aunque un poco más adelante, al ganar altura decidimos evitar riesgos innecesarios y calzar los crampones.
La cumbre es sencilla de ascender aunque las últimas rampas si que exigen un último extra de fuerza.
Las vistas de trescientos 360º nos permiten ver desde los Picos de Europa, con la silueta siempre llamativa y esbelta de la Peña Santa, hasta lejanas cumbres de la Cordillera.
Las fotos de cumbre de rigor.
En el descenso lo realizamos por un valle paralelo al de ascenso.
Según perdemos altura cada vez hace más calor pero no dificulta en exceso el caminar por la nieve ya que la capa no es muy grande y apenas te entierras.
Sin más novedad llegamos nuevamente a Pendilla, ya sin el calor del sol, nos cambiamos sin mucha demora para ir en busca de un lugar donde comer algo y continuar disfrutando de las anécdotas del día. El año que viene tenemos nuevamente la cita para el día 1 de enero pero de aquí allá seguro que nos esperan muchas más aventuras.
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