El Pozua es uno de esos montes que se deja querer con suma facilidad. Su ascensión es una actividad relativamente sencilla, con un desnivel amable y una cumbre desde la que se puede divisar en una radio de 365º toda la majestuosidad de Picos de Europa y Cordillera Cantábrica. Para completar un día realmente mágico lo único que se puede pedir es buena visiblidad y compartir la jornada en buena compañía. En éste día en el que el sol de Marzo fue templando nuestro caminar y en el que la nitidez de la atmósfera nos permitía divisar las cumbres más lejanas del horizonte solo la compañía era capaz de hacer sombra al idílico entorno del Pozua.
Comenzamos en el pueblo de Retuerto enmarcado por la sierra del Parme y la pintoresca iglesia que domina todo el valle desde una próxima elevación del terreno.
Foto: Silvia Castro |
En los últimos dias dos nuevas vecinas habían llegado al pueblo para instalarse de manera temporal hasta el final del estío.
Las condiciones de la nieve son ideales, las frías temperaturas de la noche mantenían la nieve dura haciendo el camino mucho más liviano de lo que sería esperable a juzgar por las marcadas huellas de días anteriores.
Caminamos sin ninguna prisa, es un día para recrearse en el paisaje, disfrutar de buena conversación, y para aprovecharnos fotografía tras fotografía de la paciencia y buen hacer de Cori como modelo. Pese a la subida de temperatura de los últimos días y alguna que otra lluvia en altura los espesores de nieve aún son extraordinarios.
Al abandonar la pista debemos salvar un pequeño repecho para ir poco a poco ganando altura dirección a nuestro objetivo.
Un poco más adelante ya vemos la estética cumbre del Pozua.
Foto: Siliva Castro |
Continuamos caminando sin falta de utilizar las engorrosas raquetas de nieve.
Damos la espalda a la sierra de Parme para encarar la subida al collado donde nos espera el gran espectáculo del día.
Primero divisamos las cumbres Gildar y del Macizo Central
Foto: Silvia Castro |
Foto:Silvia Castro |
Y unos metros más adelante es la Peña Santa, con su imponente cara sur, la que acapara todo el protagonismo.
Bueno.... todo no.
Disfrutamos el momento y nos recreamos haciendo fotos.
Sorprende como un pequeño hongo desafía los rigores de ésta época, quizás también él quiera disfrutar tal y como lo estamos haciendo nosotros de la belleza del invierno.
De la belleza del invierno y de la inevitable atracción que emana de una Peña Santa que hoy puedo ver a través de este encuadre para el que no son necesarias las palabras.
Estamos casi en la cumbre, desde el collado vemos la arista final que ya no se muestra tan escarpada como lo hacía desde el fondo del valle.
Foto: Silvia Castro |
Foto: Silvia Castro |
Salvamos el desnivel restante con la ilusión de hacer cumbre y poder disfrutar desde ella de la panorámica en su totalidad.
El ultimo esfuerzo merece la pena y quizás haga más satisfactorio el haber llegado a lo más alto. Ahora solo toca disfrutar e inmortalizar el momento.
No obstante la montaña nos hace saber con un fuerte y frío viento que aunque hoy nos está acogiendo con la mejor de sus caras no debemos olvidar donde estamos, en un terreno rudo e inhóspito. Nos vemos obligados a abrigarnos y abandonar la cumbre en busca de un lugar más resguardado en el fondo del valle para comer algo y reponer fuerzas.
El descenso es rápido y divertido:
Protegidos nuevamente por las montañas y en la calma del fondo del valle localizamos unas solelleras piedras para comer el bocada. Lo que yo no localicé tan fácil fue el bocata, había quedado en la furgo en Retuerto. Menos mal que éstas rapacinas vienen preparadas pa todo y donde comen dos comen tres y que rico todo ....
Casi sin darnos cuenta las horas han ido pasando y el sol ha transformado ostensiblemente la nieve. Nos vemos obligad@s a calzar las raquetas y sufrir un poco hasta Retuerto. La nieve está bastante pesada y damos algún que otro traspié al enterrarnos en algún pozo.
Foto: Silvia Castro. |
Ya vemos nuevamente el pueblo de Retuerto, al final el tramo de raquetas tampoco es tan largo y una vez estamos en la furgo ya no nos acordamos para nada de los trapiés raqueteros. Nos quedamos con un sinfín de imágenes y momentos que, como decía al principio, hicieron posible un día mágico.
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